viernes, 5 de marzo de 2010

VII

( http://eugeeniaaa.blogspot.com/2009/01/vi.html )

Fue en realidad un encuentro mágico: los dos distinguían al precipicio donde se aproximaban, los dos sabían que el final estaba ahí, tan próximo como un suspiro. Si bien las horas fueron aún más breves, fueron también necesarias. Extrañaba su mirada risueña y su pelo negro, los abrazos, los besos únicos, su constelación de pecas.
Se rieron, se rieron a carcajadas del tiempo que perdieron estando tan lejos, de las banalidades que surgen después de la despedida inútil. Ella lo miró a los ojos y entonces entendió que no necesitaba saber si su sentimiento todavía estaba ahí porque en realidad su único amor estaba siendo rodeado por sus brazos, reflejándose en sus cristalinos ojos. Palpitaban sus corazones cerca, otra vez.
Es verdad que habían cambiado, él ahora usaba anteojos y ella tenía el pelo por la cintura; pero ninguno pudo responderse cómo ni por cuál razón cósmica estaban de nuevo los dos siendo dos después del caos. Irresistibles, mágicos. Pero él sabía, que ella sabía que él todavía no era. Ella lo quería, quería estar con él y él quería estar con ella... pero la dejó ir. Por ahora, quería que fuera feliz con alguien más.
El cielo gris les deparaba, de nuevo, otro destino. Quizás se volvieran a cruzar de nuevo, quizás los recuerdos se marchitaran y se volarían con el viento en algún descuido.
Pero ella todavía no pudo entender por qué con solamente estar cerca de él, la poesía empezaba a brotar por sus dedos; él no entendió por qué dos horas alcanzaban para 100 canciones.

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