lunes, 3 de noviembre de 2008

c'est fini!

estos griegos...


Ágape es el amor que implica una decisión de entrega sin interés alguno y está dispuesto a sufrir, siendo considerado inclusive "amor divino". En otras palabras, es paciente; no exige perfección y ama a la persona, no por lo que hace, sino por quién es. Goza en la felicidad ajena y desea su prosperidad como persona sin encerrarse en el egoísmo de la posesividad, es decir que no trata de detener ni dominar sus actividades y amistades . El amor ágape busca el bien del otro en vez de buscar el propio, vinculándose con la mente. No es una simple emoción que se desata espontáneamente en nuestros corazones, sino un principio por el cual vivimos deliberadamente, relacionándose íntimamente con la voluntad. Es una conquista, una victoria de amar lo que no es amable que engloba la existencia entera y en todas sus dimensiones, incluido también el tiempo. Ni la carne ni el espíritu aman: es el hombre, la persona, la que ama como criatura unitaria, de la cual forman parte el cuerpo y el alma. Sólo cuando ambos se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo.

"El cristianismo dio de beber veneno a Eros: éste, ciertamente, no murió, pero degeneró convirtiéndose en un vicio"

Friedrich Nietzsche.


El término eros habría sido usado, en el mundo griego, para ilustrar el amor existente entre el hombre y la mujer que sería considerado como un arrebato, una «locura divina» que prevalece
sobre la razón, que arranca al hombre de la limitación de su existencia y, en este quedar estremecido por una potencia divina, le hace experimentar la dicha más alta.
Sin embargo, respecto al famoso eros, no se da una separación completa entre estos dos "tipos de amor". El dinamismo propio del eros, que busca de modo vehemente y ascendente al otro,
lleva poco a poco a no preguntarse tanto por uno mismo y a preocuparse cada vez más por la felicidad del amado. En otras palabras, el eros irá incluyendo cada vez más el ágape. A su
vez, el ser humano es incapaz de vivir sólo con un amor oblativo, descendente, de donación, puesto que también necesita recibir. Entrelazados adecuadamente, eros y ágape desencadenan
un dinamismo de amor que hace comprensible la existencia humana como un prodigio maravilloso; siendo la búsqueda de unidad frente a la incompletividad del hombre y la mujer.



Y... ¿para qué complicarse tanto?
demasiada charla filosófica por hoy.

enough !

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