Miré a mi alrededor. Miré, y empezé a sentir el ardor en mis pupilas y como mis ojos se secaban de lágrimas. La canción de fondo sonaba como una sentencia de muerte, de tu muerte.
Caminé, lejos y a ninguna parte entre toda esa gente fantasma; pero aparentemente en un shock etílico estaba yendo en círculos y terminé en el mismo lugar de antes: entre tu alegría, tu duda, y tu muerte.
Entonces aprendí a quererte así de feliz infeliz, de seguro dubitativo y de vivaz muerto. Más que aprender, lo hice instantáneamente, casi contra mi voluntad (cursi!). Pero se me quemaron las pestañas y el reloj se llenó de arena haciendo imposible la posible espera. Y acá estoy,
entre tu alegría, tu duda y tu muerte.
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1 comentario:
un re viaje, jaja, muy bueno, me gusta posta, al proximo ponele un poco mas de alegria, porque este lo que tiene de bueno lo tiene de ganas de saltar por el balcon en un viaje en tren bala con el craneo al cuarto subsuelo jaja
te quiero eug
tonga
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