miércoles, 11 de marzo de 2009
pasados por agua
Tenía siempre la misma costumbre cuando estaba aburrida en la mesa: apoyar la mejilla izquierda en su puño cerrado y mirar alrededor. Observaba cuidadosamente cada detalle y le agregaba lo fantástico a lo monótono: escuchar la música de la lluvia en los árboles, contemplar las colosales sombras a la luz de una vela, ver pedacitos de cielo reflejados en charcos en el suelo cuando caminaba, preguntarse quién habría sido el dueño de la moneda que ahora tenía en el bolsillo o ver fantasmas en el café caliente de la mañana.
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1 comentario:
Me gusta, me gusta. No dejo un comentario sustancial porque pretendo irme a leer un rato y dormir, si no ni me levanto.
Adiau, nos hablamos! :)
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