-Bien, no jures. Aunque eres mi alegría, no me alegra el pacto de esta noche; es demasiado brusco, demasiado temerario, demasiado repentino, demasiado semejante al relámpago que se extingue antes de que podamos decir "¡El relámpago...!" ¡Cariño, buenas noches! Este capullo de amor, madurado por el soplo del estío, podrá convertirse en una hermosa flor cuando volvamos a vernos. Buenas noches. Tenga tu corazón igual reposo y calma, como los que hay en mí.
Romeo y Julieta, William Shakespeare
jueves, 16 de abril de 2009
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