Quizá fue una hecatombe de esperanzas, un derrumbe de algún modo previsto...
pero mi tristeza sólo tuvo un sentido,todas mis intuiciones se asomaron para verme sufrir, y por cierto me vieron.
Hasta aquí había hecho y rehecho mis trayectos contigo, hasta aquí había apostado a inventar la verdad; pero vos encontraste la manera, una manera tierna y a la vez implacable, de desahuciar mi amor.
Con un sólo pronóstico lo quitaste de los suburbios de tu vida posible, lo envolviste en nostalgias, lo cargaste por cuadras y cuadras, y despacito; sin que el aire nocturno lo advirtiera, ahí nomás lo dejaste a solas con su suerte que no es mucha.
Creo que tenés razón, la culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos ni del tiempo.
Hace mucho, muchísimo, que yo no me enfrentaba como anoche al espejo y fue implacable como vos, mas no fue tierno.
Ahora estoy solo, francamente solo. Siempre cuesta un poquito empezar a sentirse desgraciado.
Antes de regresar a mis lóbregos cuarteles de invierno, con los ojos bien secos por si acaso, miro como te vas adentrando en la niebla y empiezo a recordarte.
Mario Benedetti
miércoles, 1 de abril de 2009
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